PAIDEIA XXI
Vol. 9, Nº 1, Lima, enero-junio 2019, pp. 77-103
ISSN Versión Impresa: 2271-7770; ISSN Versión Electrónica: 2513-5700
REVIEW ARTICLE / ARTÍCULO DE REVISIÓN
GENERATION NINI: YOUNG PEOPLE NOT IN
EMPLOYMENT OR IN EDUCATION
GENERACIÓN NINI: JÓVENES QUE NI ESTUDIAN
NI TRABAJAN
Gunther Balarezo López1,2
1 Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (Facultad de Ciencias de la Salud), Lima, Perú.
2 Universidad Ricardo Palma (Maestría en Salud Pública), Lima, Perú
Author for correspondence: gbalarezo52@gmail.com
The nini generation is a population group made up of young people who neither
study nor work due to the economic and social limitations they have to complete
their studies or get a job. In addition, families are often the ones who motivate
young people not to abandon the security of home by claiming that they live in a
hostile world. Nini are a problem not only of underdeveloped countries but also of
developed countries. In that sense, it will depend on how state policies incorporate
these young people into the education system or the labor market, to prevent
them from falling into crime, gangs, and / or drug addiction.
Keywords: family – nini generation – poverty
La generación nini es un grupo poblacional conformado por jóvenes que ni
estudian ni trabajan, debido a las limitaciones económicas y sociales que tienen
para culminar sus estudios o conseguir un empleo. A ello se suma que, las
familias muchas veces son quienes motivan a los jóvenes para que no abandonen
la seguridad del hogar aduciendo qué se vive en un mundo hostil. Los nini
son una problemática que no solo compete a los países subdesarrollados, sino
que también a los países desarrollados. En tal sentido, dependerá de cómo las
políticas estatales incorporen estos jóvenes al sistema educativo o al mercado
laboral, para evitar que caigan en la delincuencia, pandillaje y/o drogadicción.
Palabras clave: familia – generación nini – pobreza
ABSTRACT
doi:10.31381/paideia.v9i1.2266
RESUMEN
Balarezo López
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INTRODUCCIÓN
En la última década se ha asistido
a la construcción social y cultural de
la generación nini o los nini como
categoría, clase o grupo social que
concita la atención de medios de
comunicación, dirigentes políticos
y sociales, gobiernos y organismos
multilaterales, así como también del
mundo académico (Borunda-Escibedo,
2013; Comari, 2014; Gómez-Álvarez,
2016).
Históricamente en 1994, en el Reino
Unido un estudio utiliza el término
“estatus cero” para referirse al grupo
de jóvenes entre 16 y 18 años que no
estudiaban, ni trabajaban ni estaban
en capacitación laboral; sin embargo,
la gente pronto asoció el término con
jóvenes que no contaban para nada
(cero) y que iban a ninguna parte (sin
futuro). Con el objetivo de claricar
el concepto y evitar su connotación
negativa de falta de estatus, los
investigadores adoptan en 1999 el
término Neet, acrónimo en inglés
de la expresión Not in Employment,
Education or Training (ni trabaja, ni
estudia, ni recibe formación) en la
publicación Bridging the Gap Report
de la Social Exclusion Unit. La Ocina
Nacional de Estadística de dicho país,
denió a un neet como aquel con
edad entre 16 y 24 años, que no ha
tenido trabajo por lo menos seis meses
después de salir de la enseñanza
obligatoria, que no se encuentra
estudiando ni en capacitación, ni
trabajando. Se entiende que aquellos
que no estudian ni asisten a programas
de entrenamiento (capacitación) son
personas que no están realizando
ninguna práctica de aprendizaje
laboral (practicantes), no están
suscritos en cursos de educación al
cual asisten continuamente y/o están
a la espera de que un nuevo ciclo de
estudio comience, y tampoco asisten
a programas de educación para el
trabajo (cursos de carreras técnicas o
profesion
ales). Posteriormente, su uso
se extendió en el 2000 a China, Corea del
Sur, Japón y Taiwán, mientras que en
los países de habla hispana se preere la
denominación nini (Benjet et al., 2012;
Aguayo Téllez et al., 2013ab; Málaga
et al., 2014; Méndez-Barrón, 2014;
Negrete-Prieto & Leyva-Parra, 2015;
Achicanoy-Romero, 2017; Maguire,
2017; La generación Nini: ni lo uno, ni
lo otro, 2018a).
El término nini es un neologismo
procedente de la expresión “ni estudia
ni trabaja”, que se escribe en una sola
palabra, sin espacio ni guion. Tal y
como explica la Fundación del Español
Urgente (Fundéu), si bien esta palabra,
en su signicado original, se utilizaba
para aludir a jóvenes que por decisión
propia ni estudiaban ni trabajaban,
actualmente también se emplea para
referirse a los que ya han nalizado
sus estudios y no encuentran trabajo
por falta de oportunidades laborales,
por lo que se habla de la generación
perdida. El término nini lo incluyó la
Real Academia de la Lengua Española
(RAE) en su diccionario a nales
del año 2010 (Radio Vitoria Gaur
Magazine, 2018).
Para otros autores, la denición
de nini no está adscrita en ningún
Nini generation
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tipo de programa de capacitación
y tampoco puede ser incluida en
la categoría de estudiante; podría
decirse que este grupo humano
muestra desvinculación y ausencia de
compromiso con el mercado laboral
y, hasta cierto punto, con la sociedad
misma. Cabe aclarar que esta
denición no distingue a los jóvenes
que no trabajan ni estudian pero que
podrían estar dedicando su tiempo en
actividades artísticas o deportivas, o
el caso de madres jóvenes que estén
cuidando a sus hijos (Málaga et al.,
2014). Borunda-Escobedo (2013),
agrega un elemento adicional: que no
han tenido oportunidad de acceder
a instituciones de educación y a los
mercados laborales.
Según el psicólogo Alejandro
Schujman, autor del libro Generación
Nini, este grupo está formado por
varones y mujeres entre 17 y 30
años de edad (otros autores la ubican
entre los 15 hasta los 24 o 29 años)
que no estudian ni trabajan, que
son temerosos, indecisos y que
están paralizados en su proceso de
crecimiento e instalados en el confort
familiar. Esto hace que muchos tengan
una falta de compromiso con ellos
mismos, dado que siempre esperan
que otras personas como sus padres,
hermanos, amigos o pareja, decidan
por ellos. Dejan pasar el tiempo, no
logran hallarle sentido a la vida y no
desarrollan el instinto de superación
para salir adelante (Buitrón et al., 2018;
La generación Nini: ni lo uno ni lo otro,
2018b; Generación “ni-ni”, claves para
entenderla, 2018). Schujma menciona
que este fenómeno “es cultural,
responde a esta época donde los más
jóvenes tienen cero tolerancia a la
frustración, preeren no chocarse con
desafíos, obstáculos. Van a la facultad
y estudian una materia por año para
tener contentos a los padres, o hacen
trabajos en forma inconstante, van
rotando de uno a otro”. Schujman dice
que estos jóvenes “necesitan de un
proyecto de vida que los deje crecer.
Pero le escapan al mundo adulto,
ellos quieren seguir siendo chicos”
(Bermúdez-Lobera, 2014; Limiroski,
2018).
Los organismos internacionales
como la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) y la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE) consideran el término nini,
como el potencial de trabajo no utilizado
de la población juvenil, en el cual se
incluye a los jóvenes desempleados e
inactivos. La expresión se utiliza para
hacer referencia a la población de
12 a 24 años (el recorte etario puede
variar según el país) que no estudia ni
trabaja. Esta condición de actividad
y escolaridad, especícamente,
implica a las personas que no asisten
a ninguna institución del sistema
educativo formal y no están insertas
en el mercado laboral (Organización
Internacional del Trabajo (OIT), 2007).
Schujman advierte que los
jóvenes de la generación nini quedan
“estancados, como en un embudo” en
el pasaje de la etapa adolescente. El
punto de inexión, se da a los 16 y 17
años, cuando tienen que empezar a
tomar decisiones futuras y se quedan
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instalados en una especia de “segundo
útero”. Se trata de jóvenes de clase
media y clase media alta, cuyos padres
les proporcionan una suerte de confort
que les permite quedarse estancados.
Estos jóvenes encuentran dicultades
a la hora de armar un proyecto de
vida, a pesar de que algunos de ellos
continúan estudiando en una fase
universitaria e, incluso, encuentran
trabajo. Cuando la situación se da en
clases bajas, se trata de un fenómeno
de exclusión que es “completamente
diferente”, ya que suelen ser casos en
los que las familias no tienen dinero
para que terminen los estudios y
tienen que salir a trabajar (Europa
Press, 2018).
Schujman también menciona que
esta a
ctitud no es una patología; más
bien se trata de una posición frente
a la vida. Por ejemplo, si un chico
consume drogas no va a poder irse
de la casa de los padres o armar un
proyecto de vida, porque ya tiene
una patología de base. En el caso
del nini es diferente, porque están
atrincherados en la etapa de la
adolescencia. Cabe mencionar que
no se trata de “vaguitos” queriendo
pasarla bien a expensas de los padres;
un nini es quien pudiendo elegir no
elige (Generación “ni-ni”, claves para
entenderla, 2018).
Asimismo, los jóvenes que no
asisten al colegio, a la universidad o
al trabajo se da en todos los sectores
de la sociedad. Sin embargo, los
índices más altos están en aquellas
poblaciones llamadas vulnerables con
lazos sociales muy débiles y problemas
familiares, particularmente en el caso
de aquellos pertenecientes a estratos
socioeconómicos más bajos. Además,
factores como la desigualdad social,
las dicultades económicas, el
desequilibrio familiar, entre otras,
aumentan el riesgo de la deserción
escolar y la inestabilidad laboral
(Málaga et al., 2014; La generación
Ni-Ni: jóvenes que ni estudian ni
trabajan, 2011).
Para Carmen Collarte, psicóloga
especializada en psicoterapia
infantojuvenil de Red de Salud UC
CHRISTUS (Chile), en este grupo
puede haber jóvenes que no tengan
necesidad de estudiar o trabajar, que
hayan sido padres tempranamente,
o que sean dependientes con poca o
nula iniciativa. Ellos aceptan el ocio
como condición de vida, siempre
tienen dicultades para conseguir
empleo y poseen una personalidad
apática. Además, es importante
destacar la alta presencia del sector
femenino en esta problemática, lo
que deja de maniesto la desigualdad
de género asociada a una cultura de
mujer mantenida (Generación “Nini”,
2018a).
Entre los factores que conforman
este fenómeno están la poca capaci-
dad de espera, escasas habilidades
para tomar responsabilidades, falta
de pasión y padres que temen ser au-
toritarios y son extremadamente sen-
sibles provocando una ausencia de
límites (Lioi, 2018). Para la psicóloga
Carolina Piraghauta, los principales
detonantes de este fenómeno son las
escasas oportunidades de empleo, la
Nini generation
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baja calidad educativa y la desestruc-
turación familiar (Generación “ni-ni”,
claves para entenderla, 2018).
Para la socióloga Elena Rodríguez
del Instituto de la Juventud (INJUVE)
de España, “Ese comportamiento
emergente es sintomático, ya que
hasta ahora se sobrentendía que si no
querías estudiar te ponías a trabajar.
Me pregunto qué proyecto de futuro
puede haber detrás de esta postura…
Los jóvenes de ahora no son capaces
de arriesgar, son conservadores”.
Además, algunos sociólogos identican
la aparición de este modelo de actitud
adolescente y juvenil caracterizada
por el simultáneo rechazo a estudiar
y a trabajar; además, se detecta una
atmósfera donde se economiza los
esfuerzos por miedo a la frustración
(Barbería, 2018).
Para Eduardo Bericat, catedrático
de Sociología de la Universidad de
Sevilla (España), la falta de ilusión
hay que interpretarla, no tanto por los
efectos de la crisis, como por el cambio
cultural producido con anterioridad:
“El modelo de vocación profesional que
implicaba un proyecto vital de futuro
y un destino nal conocido, con sus
esfuerzos y contraprestaciones, ha
desaparecido. Ahora, la incertidumbre
se impone en el trabajo y en la pareja
y no está claro que la dedicación, el
compromiso, el estudio o el título,
vayan a tener su correspondiente
compensación laboral y social”
(Barbería, 2018).
De otro lado, Sabino Bastidas Co-
linas,
analista mexicano especializa-
do en política, leyes y administración
pública, establece que la generación
nini es un problema muy grave, so-
bre todo porque la mayoría de los
chicos que se encuentran sin trabajo
y sin posibilidad de estudiar, buscan
alguna actividad productiva que les
permita desarrollar sus habilidades,
pero no la encuentran. Por ello, los
nini viven en condición social de mar-
ginación, discriminación y exclusión
social; son chicos que están obliga-
dos a mantener una situación for-
zada de ocio frustrante, obligatorio,
impuesto, incómodo, improductivo y
por supuesto, angustiante y doloroso.
Son jóvenes desocupados que buscan
acomodo, que tratan de encontrar un
lugar en la sociedad, que luchan para
conseguirlo, pero sencillamente no lo
logran. Están en busca de trabajos y
estudios: hacen las, llenan formula-
rios, acuden a entrevistas y exáme-
nes, pero sólo reciben negativas (Ta-
rres, 2018).
Bastidas Colinas indica que es
lamentable que esta situación ocurra
en una etapa de la vida donde se
inicia el desarrollo profesional; es
decir, donde se originan los primeros
proyectos y se trabaja para cumplir
los sueños. Es en este momento que
los nini están a la deriva, porque el
camino se obstruye y no tienen una
ruta hacia ningún lugar cierto. Como
consecuencia, el fenómeno inuye en
la autoestima de los muchachos, lo
que hace que se sientan deprimidos
y desorientados (Tarres, 2018). Esto
se debe a que los jóvenes están
saliendo muy jóvenes de la escuela,
entre 16 y 18 años y a esa edad se les
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está presionando para escojan una
profesión (La generac
ión Nini: ni lo
uno, ni lo otro, 2018a).
El sociólogo Javier Elzo, catedrático
emérito de la Universidad de Deusto
(País Vasco - España) y autor de
diversos estudios relacionados con
la juventud, distingue entre dos
categorías de nini muy diferentes.
Existe un grupo numeroso de jóvenes
que salieron del sistema educativo
antes de tiempo y que no han podido
regresar a él; este es el grupo más
“problemático”, ya que es el más
complicado para conseguir empleo.
En una situación muy distinta se
encuentran aquellos que “son hijitos
de papá, no necesariamente de clase
alta y que no hacen nada” (Barbó,
2018).
Cuando un joven se estanca en
una situación de inactividad hay que
intentar motivarle para que reaccione.
Aunque si la situación se prolonga
cada vez es más difícil hacerlo. En tal
sentido, Mara Cuadrado, psicóloga de
infancia, juventud y familia, diferencia
entre dos grupos de nini, los que
dejan los estudios a partir de los 16
años y los que tienen entre 22 y 23
años, la mayoría de ellos licenciados:
“Los primeros están desorientados
y los segundos desencantados.
Ambos han crecido en un sistema de
bienestar en el que lo que quiero, lo
tengo. Es fundamental evitar que se
apalanquen. Hay que inculcarles una
cultura del esfuerzo, que no dejen de
formarse, de hacer entrevistas. En
última instancia, emigrar” (Pérez-
Lanzac, 2018).
Otra característica de los ninis es
que los padres están absolutamente
desconcertados. Para ello, Schujman
menciona que los padres deben
ayudar a los jóvenes a construir
un umbral de frustración para que
puedan aceptar que hay que empezar
de nuevo cuando las cosas no salen
bien. Además, sugiere que como
padres, se debe romper el mito de que
se vive en un mundo difícil, hostil y
complejo para criar hijos, porque eso
a los adolescentes les hace sentir que
nunca van a estar como en casa. La
situación se deriva del inconformismo
que sienten los jóvenes ante la
incongruencia entre la crianza que les
dan padres y educadores y el mundo
real (La generación Nini: ni lo uno ni lo
otro, 2018b; Generación “ni-ni”, claves
para entenderla, 2018).
Schujman agrega: “Lo importante
como adultos es reactivar la
pasión en los jóvenes, ya que esta
generación es el atasco entre la niñez
y la adolescencia, en donde desde
afuera parece ser que estos chicos
la están pasando muy bien y son
libres, pero la realidad es que son
jóvenes asustados… Lo ideal es que
los padres, por más doloroso que
sea, les hagan la vida amorosamente
incómoda para que los hijos no se
queden mucho más de lo necesario
dentro del ámbito familiar (con esto
me reero a cuando estos chicos no
hacen nada por ellos mismos) y se
animen a buscar afuera aquello que
los pueda hacer felices” (Lioi, 2018).
Para la psicóloga Judith Medina,
varios factores llevan a los jóvenes a
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tomar esta posición de vida en la que
no asumen compromisos: “La desigual
situación social en que vivimos hace
que perciban que los títulos no sirven
para nada, que estudiar para qué
con tan bajos salarios y tan pocas
oportunidades. Otros no tienen idea
de qué estudiar, porque nunca los
han orientado a hacer lo que les gusta
sino lo que les genere más dinero y eso
deriva en frustración”. Según Medina
“muchos padres en su afán de que sus
hijos no sufran, los sobreprotegen o
los dejan muy solos por estar inmersos
en sus problemas laborales o de pareja
y no les crean la necesidad de lograr
cosas. Les generan un sentimiento de
no esfuerzo y no les enseñan a alcanzar
metas” (La generación Nini: ni lo uno
ni lo otro, 2018b). Asimismo, un nini
dado que ha perdido la esperanza en
su entorno económico y social, no
estudia porque no cree que estudiando
va a mejorar su situación y no trabaja
porque piensa que los salarios que le
ofrecen no son sucientes para llevar
una vida digna y tampoco cree que
haciendo carrera laboral va a mejorar
su situación en el futuro (Aguayo-
Téllez et al., 2013)
Para el investigador argentino
Alejandro Piscitelli, la familia es un
tema preocupante porque muy pocas
saben cómo enfrentar el problema.
En algunos casos, hay situaciones
realmente irónicas en las que los
jóvenes tienen un ejemplo de padres
fuertemente trabajadores. Pero su
familia vive tan ocupada que no
tiene tiempo para dedicarles. La
presencia del núcleo familiar es el
componente fundamental para evitar
que la generación nini siga siendo un
fenómeno en expansión (La generación
Ni-Ni: jóvenes que ni estudian ni
trabajan, 2011). Se trata de jóvenes
que por lo general han pasado por
la educación secundaria pero que
en su gran mayoría no encuentran
trabajo medianamente calicado en la
sociedad, lo cual puede llevar a seguir
en la pobreza o a regresar a ella o lo
que es más grave, acabar reclutados
por la criminalidad o la violencia del
crimen organizado (Muchos Ninis,
2018).
Por un lado, se recrimina a algunos
jóvenes que no estudian, pero por el
otro, se enseña que los estudios solo
tienen valor como un escalón más en
la carrera profesional y que, a la vez,
en muchos casos ese paso intermedio
es innecesario. Los nini se dan cuenta
de que la formación es una inversión
costosa que en muchos casos solo
va a traducirse en una pérdida de
oportunidades laborales en las que
hay que invertir horas y dinero que
están siendo consumidas por los
estudios que, cuanto más completos y
especializados son, más caros resultan
(Regader, 2018).
Otros tienen miedo de defraudar
a sus padres, temor a equivocarse al
elegir una profesión, un trabajo, una
opción de vida, porque sus padres
siempre les han repetido: “Si estudias
esa carrera no te va a servir para nada”
o “¿Eso te dará plata?”. Hay que tener
en cuenta que, en el ámbito laboral,
éste es uno de los grupos etarios más
vulnerable y frágil, al que le cuesta
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bastante conseguir empleo debido a su
escasa experiencia laboral, calicación
y nivel de instrucción (Comari, 2014;
Los “Ninis”: jóvenes que ni estudian ni
trabajan, 2018).
La situación es preocupante no solo
para las familias sino también para la
sociedad, dado que la generación nini
es una población que generalmente
también está inmersa en las drogas
y el alcohol, hecho que genera
inseguridad y por supuesto malestar
en los habitantes de los sectores en los
que viven: Ellos mismos reconocen
que están en malas condiciones, pero
cuando piensan en salir adelante se
esperanzan en situaciones mágicas
como ganarse una lotería o lo que
es peor, en el caso de las mujeres,
enamorarse de un hombre que les
ofrezca mejores oportunidades (La
generación Ni-Ni: jóvenes que ni
estudian ni trabajan, 2011).
En tal sentido, la generación nini
como un fenómeno social, tiene las
siguientes consecuencias sociales,
psicológicas y económicas: (Cárdenas,
2018).
riesgo fácil de caer en pandillas
- tienen mucho tiempo libre y
necesitan dinero para mantener
sus actividades de ocio, lo que
puede aumentar sus posibilidades
de cometer actos ilegales.
problemas emocionales - según
expertos en salud mental, no tener
un plan de vida productivo puede
provocar angustia, depresión y
tristeza.
falta de estabilidad - gran parte
de los jóvenes nini, han dejado la
escuela con el propósito de trabajar
y ganar dinero. Sin embargo, al
no contar con una educación
básica que les permita escalar, no
logran mantener sus empleos, pero
una vez que los pierden tampoco
deciden regresar a estudiar.
En el diario Página 12 de Buenos
Aires (Argentina), en una entrevista
a Emilio Tenti Fanfani, especialista
argentino en educación, comienza
diciendo: “Estos chicos que no
estudian ni trabajan están en la calle
sometidos a una serie de riesgos.
No tienen trabajo, pero sí otras
posibilidades de hacerse de ciertos
recursos económicos: la droga y la
delincuencia. Son tentaciones rápidas.
Al no haber empleo hay otros caminos
no legales para proveerse de dinero.
Esto es lo grave” (Comari, 2014).
Por ello, el fenómeno nini plantea
desafíos a la sociedad en su conjunto
a corto plazo, potencialmente
contribuyendo a la delincuencia, las
adicciones y la desintegración social,
entre otros riesgos. La desigualdad en
la distribución del ingreso, el desarrollo
institucional débil y la fuerte presencia
del crimen organizado, alimentan este
patrón (de Hoyos et al., 2016).
Críticas al concepto
A pesar de la popularidad mundial
del término nini, algunos especialistas
cuestionan su vigencia. Así, a Claudio
Comari, especialista en Metodología
de la Investigación Social, le llama
la atención que se asigne un estatus
de grupo social a las “situaciones
coyunturales de las personas que se
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reeren a plazos muy cortos, además
de que siempre se asocie a este
colectivo con situaciones de riesgo
y se le convierta en ‘sinónimo de la
inseguridad y el delito’”. En el 2014,
Comari realizó una investigación en
Argentina que desmintió los datos del
Fondo de Población de las Naciones
Unidas (UNFPA). Sus averiguaciones
concluyeron que “entre los jóvenes
de 15 a 24 años la proporción de
personas económicamente inactivas
que no estudian ‘es menor’ que en
otras edades” (¿Qué representa la
‘generación nini’ en América Latina?,
2018).
Por su parte, la socióloga argentina
María del Carmen Feijoó señala que
el concepto construye “una visión
social de la juventud desvalorizada
y peligrosa porque los jóvenes de la
región que no trabajan ni estudian,
lejos de mirar todo el día el techo o
la televisión, se han convertido en
piezas fundamentales de sus hogares
y desempeñan un gran número de
actividades, que van desde el cuidado
de menores y ancianos hasta la
atención de las tareas domésticas
que los adultos no pueden realizar,
pasando por la articulación del mundo
de los viejos con el nuevo mundo
de los jóvenes” (¿Qué representa la
‘generación nini’ en América Latina?,
2018).
Feijoó también sostiene que la
educación y el trabajo “son derechos
y estima que el empleo del término
nini debe servir más como un
llamado de atención sobre las tareas
pendientes que sobre los jóvenes que
están construyendo sus proyectos
vitales, porque no se trata de lo que
no son, se trata de los derechos a los
que no acceden” (¿Qué representa la
‘generación nini’ en América Latina?,
2018).
Para Dautrey (2014), el mismo
nombre de la categoría nini lleva a
equivocación. No se llama a estos
“excluidos de la escuela y del trabajo”
tal como se les hubiera nombrado
en un Estado orientado al bienestar
y a asegurar a todos condiciones de
vida y de acceso a la educación y a la
seguridad laboral, lo cual pondría de
maniesto las fallas de las instituciones
socializadoras, dado que no es una
decisión individual de no estudiar
ni trabajar y de no incorporarse en
ellas. Por un lado, habría jóvenes
responsables de su actuar y, por otro,
instituciones que sólo lo reejarían
como si ellas fueran neutrales y no
construcciones sociales. Además,
los nini no son objeto de políticas
públicas especícas tales como un
mayor fomento a la asistencia escolar
o a nivel medio y superior.
Para Fernández (2010), el
término le parece despectivo y falto
de sensibilidad; no basta con la
desilusión por el futuro que no es
lo que debiera ser, no es suciente
con el abandono social al que son
sometidos, no es bastante el que no
encuentren acomodo para estudiar
ni para trabajar; y no porque no les
interese (que los hay) sino por la falta
de oportunidades auténticas que
realmente puedan hacerlos crecer.
A pesar de todo esto, ahora tienen
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que soportar la etiqueta hiriente
de
nini que prácticamente les dice…
ni estudias, ni trabajas… ni sirves
para nada. Por ello, propone como
descargo social, que a los nini se les
denomine JovDASxE (léase Jovdas por
E) que signica Jóvenes DesAtendidos
Socialmente x por el Estado.
Asimismo, en algunos países,
el término nini está entrando en
desuso porque ahora se habla de la
generación Sisi. Se trata de aquellos
jóvenes que compaginan sus estudios
con el trabajo, por lo que sí estudian y
sí trabajan. Cada vez es más frecuente
que los estudiantes hagan frente
a los costos de la matrícula de la
universidad o formación profesional, o
al menos parte de ella, debido a que
muchos padres no pueden cubrir del
todo los costos de los estudios de
sus hijos y estos han debido dar un
salto en su madurez para asumir
sus propias responsabilidades. Esta
generación vive el día a día como
verdaderos luchadores, que deben
gastar sus energías en trabajar y a su
vez en estudiar, una tarea bastante
difícil, pero que se puede lograr con
fuerza de voluntad (Feixa, 2015; Ruiz-
Lopera, 2018).
Para la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) es positivo el trabajo
que realiza un joven, pues contribuye
a la acumulación de experiencia y
al bienestar de su familia, siempre y
cuando no merme su salud y desarrollo
personal. Si bien es deseable que un
joven a temprana edad se dedique
exclusivamente a estudiar, en la
práctica muchos de ellos trabajan y
estudian a la vez, lo cual no siempre
es malo, puede tener efectos positivos
cuando el trabajo es estable por un
lapso de 20 h semanales (Ceplan,
2018).
Cabe indicar que, la pobreza y la
falta de incentivos educativos y de
posibilidades de empleo guran entre
las causas que genera hoy esta grave
situación. Pero también hay otras
que se van descubriendo, y que se
relacionan con la vulnerabilidad y la
falta de respuestas desde el Estado.
Esto desmitica el hecho de que se
piense que los jóvenes nini no quieren
o no hacen nada (Limiroski, 2018).
Los Nini en el mundo
Un informe de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) titulado
Estado de la Población Mundial
2014, determinó que un 60% de la
población mundial joven de entre 10
y 24 años está conformada por nini.
Para el director ejecutivo del Fondo
de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA), Babatunde Osotimehim,
“los jóvenes son los innovadores,
creadores, constructores y líderes del
futuro y son ellos quienes pueden
transformar el futuro solo si se
cuentan con las aptitudes, la salud,
la capacidad de adoptar decisiones
y verdaderas opciones en la vida”
(Felices, 2018).
Otro dato indica que, existen 260
millones de nini en el mundo; es
decir, jóvenes entre 15 y 24 años que
ni estudian ni trabajan. Esta cifra,
que equivale al 22,4 % de la población
joven, ha encendido las alarmas de
Nini generation
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los gobiernos de diversos países y de
organismos internacionales (De Hoyos
et al., 2016).
América Latina
Según cifras de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT),
en América Latina y el Caribe
viven 108 millones de jóvenes, y
aproximadamente 21,8 millones no
estudian ni trabajan. De este total, el
24,6% busca empleo lo que representa
un 4,6 millones de jóvenes. Asimismo,
continúan siendo el grupo más
vulnerable en el mercado laboral, por
lo que la tasa de desempleo juvenil es
tres veces mayor que la de adultos. Los
principales motivos de este problema
son la deserción escolar, la baja
calidad educativa y la maternidad
temprana, dejando a los jóvenes
nini en riesgo de la exclusión social
(La generación Ni-Ni: jóvenes que ni
estudian ni trabajan, 2018; Los NiNis
un fenómeno juvenil que vive América
Latina y el Perú, 2018).
En el caso latinoamericano, casi el
60 % de los nini provienen de hogares
pobres o vulnerables; este hecho
podría aumentar las desigualdades
existentes, obstruyendo tanto la
movilidad social y económica, como la
reducción de la pobreza a largo plazo
(Buitrón et al., 2018).
A nivel individual, según la
Comisión Económica para América
Latina y el Caribe, los jóvenes nini
llegan a su vida adulta con pocas
oportunidades de trabajo, educación o
formación, generando efectos adversos
a nivel individual, como problemas
emocionales, sociales y psicológicos,
pero también en toda la sociedad,
debido a que constituyen una fuerza
de trabajo improductiva que no genera
capital a través de un sistema formal
de trabajo. (Comisión Económica para
América Latina y el Caribe, 2014).
El Banco Mundial señala que, en el
caso de los hombres, el ser nini está
asociado con una disminución de 7%
en los ingresos individuales dentro
de veinte años y, para el caso de las
mujeres esta reducción sería del 3%
(Buitrón et al., 2018).
En la ciudad de Buenos Aires
(Argentina), según la Encuesta Anual
de Hogares del 2008, el 3,8% de
jóvenes no asistían a la escuela y eran
inactivos (no trabajaban ni buscaban
empleo). Si se agregan a los activos
pero desocupados, el valor asciende
al 5,4%; estos valores son bajos con
respecto al resto del país (Los “Ninis”:
jóvenes que ni estudian ni trabajan,
2018).
Según las estadísticas de la
Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) en el 2009, Chile era
el país con más nini de sudamérica.
Por ejemplo, el índice en Argentina
a ese año alcanzaba 14,4%; Brasil
12,7%;
Colombia 15,4%; Ecuador
13,1%; Paraguay 15,3%; Perú 16,3% y
Uruguay 11,7% (Cárdenas, 2018). Para
el 2011, estas cifras se modicaron
e indicaban que el país con mayor
cantidad de nini era Honduras (27,5%),
Guatemala (25,1%), El Salvador
(24,2%) y Colombia (23,4%); mientras
los que tenían menor cantidad eran
Bolivia
(12,7%), Paraguay (16,9%)
Balarezo López
88
PAIDEIA XXI
y Ecuador
(17,0%) (Los NiNis un
fenómeno juvenil que vive América
Latina y el Perú, 2018).
Según cifras de la Séptima Encuesta
Nacional de la Juventud (aplicada el
2012), la población de jóvenes nini
en Chile llega al 11%; el 87% de este
grupo está compuesto por mujeres y
el 13% por hombres. Además, el 65%
de estos jóvenes declara no estar
trabajando ni en búsqueda de trabajo,
debido principalmente a la dedicación
de labores del hogar y/o cuidado de
los hijos (Tendencias: generación Nini,
jóvenes que ni estudian ni trabajan,
2018).
En un informe en el 2017 del
Observatorio de la Universidad del
Rosario (Colombia) realizado en las
13 ciudades más importantes del
país, indica que las razones para
no trabajar ni estudiar que tienen
hombres y mujeres, son radicalmente
diferentes; mientras que los hombres
son desempleados, las mujeres
están dedicadas a las labores en el
hogar. Asimismo, se menciona que
1 de cada 6 jóvenes se convierte en
nini; 6 de cada 10 nini son mujeres;
el 38% de jóvenes alcanzaron un
título profesional, mientras que
en los jóvenes nini solo el 19% lo
obtuvieron; el 16% de los jóvenes
entre 15 y 24 años de edad no están
recibiendo algún tipo de formación
educativa, ni laborando ni buscando
un empleo; el mayor componente
porcentual de la problemática de los
nini son las mujeres. La problemática
a largo plazo es que, para las
mujeres jóvenes, la circunstancia
de la marginación educativa y la
inactividad laboral se juntan con una
temprana maternidad, marginando
temporalmente a estas mujeres de sus
perspectivas laborales (La generación
NiNi (Ni estudia Ni trabaja): radiografía
del fenómeno en Colombia, 2018).
En México, este fenómeno afecta
especialmente a las mujeres de 15
a 29 años, dado que la mayoría de
mexicanas jóvenes que no estudian
se dedican a labores del hogar, lo que
no es considerado un trabajo formal;
además, embarazos y matrimonios a
temprana edad las llevan a desertar de
la escuela y les cierran las puertas de
muchos empleos (La generación Nini:
ni lo uno ni lo otro, 2018b).
Para Székely, como posibles
consecuencias de la existencia de los
nini en América Latina menciona que
la desocupación juvenil puede provocar
que la región desperdicie la “ventana
demográca o bono demográco”,
debido a que una mayoría de la
población se encuentra en edad
reproductiva. Los altos porcentajes de
nini también puede generar problemas
de mayor pobreza y desigualdad,
mermándose así la cohesión social
(Arceo & Campos, 2011; Achicanoy-
Romero, 2017).
Esta condición constituye no sólo
una “desgracia personal”, sino una
“inversión desperdiciada”, porque
las habilidades adquiridas durante
su educación no se aplican de forma
productiva y suponen una “potencial
carga” para sus países. Una de las
razones de este “desaprovechamiento
del potencial humano” es que
Nini generation
89
PAIDEIA XXI
demasiados jóvenes concluyen su
educación sin haber adquirido las
habilidades necesarias y tienen así
dicultad para encontrar trabajo
(Veinte millones de jóvenes desistieron
de buscar empleo, 2018).
El problema reside en que, de cada
tres países en vías de desarrollo, dos
ignoran por completo a los jóvenes
al momento de diseñar estrategias
y planes de desarrollo nacionales
que buscan reducir la pobreza. Es
decir, los jóvenes no son incluidos
por sus gobiernos en estos proyectos.
El UNFPA alertó que todavía en este
siglo XXI “el pleno ejercicio de los
derechos humanos sigue siendo un
sueño lejano para millones de jóvenes”
(Felices, 2018).
Los nini en los países en desarrollo
representa un reto para las economías
de sus países; si en caso estos invierten
en un mejor sistema educativo y
de salud para ellos, así como la
protección de sus derechos, se podría
disminuir el número de nini y de esa
manera, mejorar la calidad de vida de
los jóvenes (Felices, 2018).
Países desarrollados
La existencia de jóvenes nini es una
realidad que no solamente se da en
países subdesarrollados. Economías
de alto ingreso como Italia, Israel y
Nueva Zelandia, presentan porcentajes
relativamente elevados de este tipo de
población. Lo mismo ocurre en países
cuyas tasas de inmigración van en
aumento (Tendencias: generación Nini,
jóvenes que ni estudian ni trabajan,
2018).
Según la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), existe alrededor
de 20 millones de nini en los estados
europeos que pueden haber salido
del sistema educacional, social y
laboral de sus países. Esta situación
es especialmente preocupante en los
países del sur de Europa, como en
España y Grecia, donde más del 25%
de los jóvenes adultos en el 2013
podían ser considerados nini. Para
el año 2013, en el Informe Panorama
de la Educación de la OCDE, indica
que la mayoría de nini están en
Turquía, Israel y España (Barbó,
2018; Gutierrez-García et al., 2014;
Gutiérrez et al., 2014). Para la OCDE
es probable que este aumento reeje
las penalidades particulares sufridas
por los jóvenes como resultado de la
recesión global (Radio Vitoria Gaur
Magazine, 2018).
Para el 2017, el país europeo con
una mayor proporción de jóvenes nini
entre 20 y 24 años es Italia (29,1%),
seguido de Rumanía (23,6%) y Grecia
(23%). Tras ellos se sitúan Bulgaria y
Chipre (un 22,7% cada uno) y España,
que ocupa la sexta posición con un
porcentaje del 21,2% (Generación ni-
ni, 2018b).
En España, un estudio de la OCDE
apunta que el 25,64% de los jóvenes
españoles que superan los 15 años
y no llegan a los 30, ni estudian ni
trabajan. Es una cifra superior a
la que ofrecían recientes informes,
como el presentado por Asempleo y
Analistas Financieros Internacionales
(AFI) que indica que son 697.073 los
Balarezo López
90
PAIDEIA XXI
nini españoles. En ese caso se dejaba
fuera a los mayores de 25 años y el
documento concluía que Euskadi es la
comunidad con menos nini de España
(Barbó, 2018).
En Japón, los neet o ninis son
aquellos que han rechazado el
modelo social aceptado de la edad
adulta, que consiste en conseguir un
empleo de tiempo completo después
de graduarse o recibir capacitación a
través de programas gubernamentales
para obtener habilidades de trabajo
comerciales. Este fenómeno se dio
debido al estancamiento económico
extendido durante los años 90, que
llevaron al desempleo prolongado entre
los jóvenes (La generación Nini: ni lo
uno, ni lo otro, 2018a; La generación
Nini: ni lo uno ni lo otro, 2018b). Tanto
en Japón como en Corea del Sur, las
personas consideradas neet es de 15 a
34 años e incluye a todos los que están
fuera del mercado laboral, no están
en la educación formal y son solteros
(Genda, 2007).
Perú
En el año 2012, según la Encuesta
sobre la Transición de la Escuela
al Trabajo (ETET), existían 1 257
235 jóvenes nini en el Perú urbano,
número que representaba el 17,94%
de la población juvenil entre 15 a
29 años. De este total, 74,1% eran
mujeres mientras que el 25,9% eran
varones. La presencia femenina era
predominante en el grupo nini, lo
cual es importante sobre todo si se
considera que el 26% de la población
juvenil femenina pertenece a este
grupo, en contraste con el caso de
los varones nini que representaba
el 9,4% de la población masculina
juvenil. En cuanto a la actitud hacia
el trabajo (con búsqueda activa o sin
búsqueda de trabajo), solo un 17,5%
de las jóvenes nini estaban buscando
activamente trabajo, grupo que
está conformado mayoritariamente
por mujeres (62,9%). La presencia
femenina era aún mayor en el caso
de jóvenes totalmente inactivos (que
no buscan trabajo, el 76% de este
grupo son mujeres). Este hecho es
preocupante si se considera que el
85% de la población femenina nini no
busca trabajo, 10 puntos porcentuales
más que el de los jóvenes varones
respecto de la población masculina
nini (Málaga et al., 2014).
El año 2013, según el viceministro de
Promoción del Empleo y Capacitación
Laboral del Ministerio de Trabajo, un
19,2% de los jóvenes, es decir, un
millón y medio de ellos no estudian
ni trabajan; un 57% de ellos tienen
un nivel educativo primario y un 32%
tiene un nivel superior. Asimismo,
sostuvo que los jóvenes continúan
siendo el grupo más vulnerable en el
mercado laboral, por lo que la tasa
de desempleo juvenil es cuatro veces
mayor que la de los adultos: “Conseguir
empleo en el país tiene costos tanto en
términos de tiempo como de dinero.
Aproximadamente un joven gasta US$
40 en la búsqueda de empleo” (Millón
y medio de jóvenes son “Ninis” en el
Perú: ni estudian ni trabajan, 2018).
Datos de la Encuesta Nacional de
Hogares (ENAHO) del 2015 indican que
Nini generation
91
PAIDEIA XXI
1.3 millones de peruanos entre 15 y 24
años no estudian ni trabajan, de los
cuales el 86% son “NíNíNí” (Ni estudian,
Ni trabajan Ni desean hacerlo); es
decir, jóvenes desmotivados que
carecen de oportunidades de mercado
y que constituyen una importante
masa laboral futura propensa a la
delincuencia y a la inseguridad social.
Lo preocupante en este segmento es
que va en aumento al pasar de 16,5%
en el 2010 a 19,3% en el 2015, lo cual
puede traer consecuencias negativas
en la productividad y el crecimiento
económico de largo plazo (Ceplan,
2018).
Un informe realizado en el año 2016
por el Instituto Nacional de Estadística
e Informática (INEI) del Perú, sobre las
características sociales, económicas
y demográcas del Callao, indica que
hay más de 40 mil jóvenes entre los 15
y 29 años que pertenecen al grupo nini.
Como causa principal se menciona
la deserción escolar, lo que hace que
se encuentren en una situación de
marginalidad y de mayor riesgo de ser
captados por bandas delicuenciales.
El estudio también indica que el
85% del nini está comprendido por
mujeres, lo que hace sospechar que
estas jóvenes aceptan un rol de amas
de casa para que sea el hombre quien
salga a trabajar (Más de 40 mil jóvenes
no trabajan ni estudian en el Callao,
2016).
Según el Reporte de Economía y
Desarrollo (RED) del 2016 indica que el
primer trabajo de los jóvenes peruanos
suele ser de “mala calidad”, pues la
mayoría (60% del mercado) es informal.
Solo el 17% de los que tiene empleo al
terminar su educación tienen contrato.
El resto es independiente o no tiene
remuneración. Cabe indicar que los
jóvenes tardan 12 meses en encontrar
un “empleo decente”, aunque esto
no implique siempre formalidad (El
fomento del empleo juvenil es clave
para el desarrollo del país, 2015).
En un estudio de las Naciones
Unidas Desarrollo y Prioridades:
Políticas de Adolescentes y Jóvenes
en el Perú del 2018, se indica que el
17% de los adolescentes y jóvenes
peruanos entre 15 y 19 años no
estudian ni trabajan: la mayoría de
ellos son del sector urbano (19%) y
son mujeres (24,2%) que argumentan
que no trabajan porque se dedican a
los quehaceres del hogar (La deuda
pendiente con los jóvenes, 2018).
Otros datos indican que, el 14%
de jóvenes peruanos son nini; en la
región ocupa el puesto 19 de América
Latina; el 13,2 de mujeres (15 a 19
años) tiene un hijo o está embarazada,
en la región es el 20%; el 90% de
jóvenes de 17 años tienen acceso a la
educación, en América Latina es de
74% (El fomento del empleo juvenil es
clave para el desarrollo del país, 2015).
Una nueva visión
Un estudio realizado por el
Instituto Nacional de la Juventud
(INJUV) de Chile, destaca que muchos
jóvenes se han quedado en la calle sin
trabajo después de haber abandonado
su formación y por ello se sienten
incapaces de retomar sus estudios.
Esta falta de recursos económicos,
Balarezo López
92
PAIDEIA XXI
acarrea pedir dinero a sus padres para
salir con sus amigos y un sentimiento
de culpa por depender de su familia
(La generación ni-ni en peligro de
extinción, 2018).
Por ello, la mayoría ha optado
por continuar con la formación que
abandonaron en un momento y en
lugar de desesperarse, han pasado
a realizar tareas del hogar y bajo el
pensamiento de “ya pasará la crisis” y
se muestran muy receptivos de volver
al mundo laboral (La generación ni-ni
en peligro de extinción, 2018).
Por otro lado, Schujman sostiene
que, para ayudar a estos jóvenes,
es importante que puedan dejar el
hogar de los padres más allá de las
cuestiones económicas; armar un
proyecto laboral que sea propio y que
no sea espejo de deseos de otros, tener
alguna actividad que lo apasione y lo
haga sentir realizado. Además, él y el
Diario El País de Colombia, sugieren
algunos consejos para colaborar con
el “despegue” de estos jóvenes y evitar
tener un nini en casa: (La generación
Nini: ni lo uno ni lo otro, 2018a; La
generación Nini: ni lo uno ni lo otro,
2018b; Lioi, 2018).
los jóvenes están saliendo a
temprana edad de la escuela, en
que se les presiona para que tomen
una de las decisiones más difíciles
de sus vidas: escoger una profesión.
Hay que orientarlos, sentarse a
hablar sobre sus habilidades, sus
fortalezas, para que con esa base
construyan su proyecto de vida.
evalúe la situación económica
familiar y piensen juntos en la
forma de lograr que estudie la
carrera que el joven preera. Y si
él lo decide, que tenga un empleo
o colabore en la empresa familiar.
el trabajo es una opción, pero no
la prioridad. Lo principal es que el
joven se capacite en lo que le gusta o
adquiera una habilidad (deportiva,
artística, técnica) aunque no sea su
profesión.
mientras el joven toma una decisión
sobre su futuro profesional, puede,
por ejemplo, estudiar un segundo
o tercer idioma. Que nunca esté
inactivo.
no hay que presionar a los hijos con
frases como “tienes que estudiar
para que seas alguien en la vida”,
“tienes que graduarte para que
aportes en la casa”, el dinero no
debe ser el n.
muchos padres obligan a sus hijos
a que vayan al colegio o estudien
la carrera que ellos les eligen y
los jóvenes terminan por desertar,
al verse presionados a hacer
algo que no les gusta. Por ello,
preeren quedarse en casa y jugar
en la computadora, chatear o ver
películas.
se debe tener mucha comprensión
con el joven y hacer un balance
entre amor y disciplina. Hay que
ayudarlo a fortalecer su autoestima
y no decirle que no sirve para
nada, que es un bruto, un inútil.
Hay que mirar sus fortalezas e irlo
encausando para que busque o
desarrolle una habilidad.
comer juntos, ir al cine o a un
paseo familiar deben ser rituales
Nini generation
93
PAIDEIA XXI
semanales o mensuales, que
permiten al niño aprender a vivir
en el hogar y posteriormente en
una empresa, en una sociedad. Son
rituales que se gestan en la infancia
y él en el futuro los trasladará a
eventos grandes. Un hogar bien
estructurado hace que el niño tenga
unas barreras que lo contengan.
si el caso es que el muchacho
está confundido y no sabe qué
estudiar, puede requerir de un
apoyo individual de psicólogos o
psiquiatras, que tienen experiencia
en la conducta.
preguntarles cuál es su mayor
deseo, qué les gustaría hacer.
alentarlos e incentivarlos a que
hagan algo que le guste.
entender que la puesta de límites es
necesaria siempre, es un bien que
se le hace a un hijo para su futuro
y ellos necesitan que alguien les
ponga un freno.
recuerde, hay que hablar con
el joven sobre cuáles son sus
motivaciones más allá del estudio.
Es un error decirles que tienen que
graduarse y obtener un título como
si fuera el objetivo nal.
Identicando un nini
Se menciona que existen tres
características del nini que hay que
tener en cuenta: (Toro & Geroldi,
2018).
aumentan en tiempos de crisis
económica, ya que generalmente
son personas con poca calicación
(sin estudios completos) y, por
ende, son los primeros en sufrir con
los recortes de personal.
la preponderancia entre los que no
estudian ni trabajan está en las
mujeres.
la mayoría de los jóvenes que no
trabajan ni estudian se concentra
en la población más pobre.
En cuanto a las mujeres nini,
algunas de las razones dadas por
los expertos son: (Dautrey, 2014;
UAB, 2018).
este fenómeno se da
mayoritariamente porque ellas
tienen prioridades como el cuidado
de la familia, las labores de la casa,
la maternidad o el embarazo. De
no incluirlas, el número de nini
mujeres disminuye de manera
signicativa.
por sus propias preferencias o por
restricciones en el mercado laboral.
en muchos estratos se sigue
viviendo con la premisa de que el
hombre es el proveedor y la mujer
la cuidadora.
provienen en gran cantidad desde
sectores de bajos recursos, lo
que merma sus posibilidades de
movilidad social, perpetuando la
desigualdad económica y de género.
De otro lado, para poder reconocer
un nini, se han identicado algunas
características como: (Aguayo Téllez
et al., 2013ab; Gutiérrez-García et
al., 2014; Girolami, 2017; Generación
“Nini”, 2018ab).
no estudia o no está matriculado en
una institución educativa.
no trabaja o no realiza alguna
actividad productiva, ya sea de
Balarezo López
94
PAIDEIA XXI
manera formal o informal, de
tiempo completo o parcial, con paga
o sin paga.
no se encuentra de vacaciones, en
huelga o en paro laboral.
no busca empleo o maniesta tener
intención de hacerlo en el corto
plazo.
no es el principal responsable de
las tareas domésticas de su hogar.
está enfermo o discapacitado de
manera temporal o permanente.
no participa en labores comunitarias
o de asistencia social sin pago.
no concluyó la educación básica
por falta de cobertura del sistema
educativo o por razones familiares.
por falta de orientación vocacional
abandona el nivel medio superior,
o por falta de claridad en las metas
profesionales no estudia una
carrera universitaria.
es rechazado por alguna institución
educativa al no cumplir con los
requisitos establecidos.
por diversas decepciones la escuela
no les resulta agradable, por lo que
decide dejar los estudios de lado.
no tiene los recursos o el apoyo para
seguir estudiando o para pagar una
educación privada.
estudian una carrera pero
la abandona por diversos
factores, como el bajo nivel de
aprovechamiento académico o
porque el área de estudio elegida no
cumplió sus expectativas.
busca trabajo sin hallarlo por las
escasas oportunidades laborales.
con estudios universitarios, pero
al no encontrar empleo en el área
que estudiaron en un lapso de
tiempo determinado, se resigna a
no trabajar.
busca estudiar un posgrado, pero
que al no tener los conocimientos,
habilidades o no cumplir los
requisitos, queda fuera.
tiene un sueldo insuciente para
cubrir sus necesidades, por lo que
preere buscar otras formas de
ganar más dinero, como el trabajo
ilegal.
están a la espera de emigrar a
otro país en busca de mejores
oportunidades.
realiza otras tareas que no son
reconocidas como productivas,
como los quehaceres domésticos,
cuidar a los hermanos o a personas
enfermas, entre otras actividades.
estudia un segundo idioma o com-
putación, lo cual no se contabiliza
en las estadísticas educativas.
generalmente vive con sus papás.
suele no tener hábitos y horarios
establecidos.
sale de esta cualquier día de la
semana.
con poca frecuencia cambia de
actitud.
sabe aprovechar todo tipo de ofertas
y promociones.
le cuesta mucho encontrar el
trabajo de “sus sueños”.
hace lo posible para que no lo
contraten.
no se interesa por estudiar o por
ser profesional.
La categoría nini es bastante
heterogénea y no es posible considerar
Nini generation
95
PAIDEIA XXI
a los jóvenes nini como un solo grupo
enfrentando con los mismos problemas.
Por lo tanto, es posible distinguir
subgrupos: 1- los nini desempleados;
2- los nini no disponibles (aquellos
con responsabilidades familiares,
enfermos o discapacitados); 3- los nini
desvinculados y desalentados, aquellos
que no estudian no buscan trabajo,
que se rindieron en su búsqueda y
no enfrentan ninguna restricción ni
incapacidades para hacerlo; 4- nini
que si quieren trabajar pero están
esperando por la oportunidad que
satisfaga sus expectativas y 5- los nini
por voluntad propia que se encuentran
viajando o realizando actividades
artísticas o son autodidactas (Málaga
et al.).
Para Bermúdez-Lobera (2014), al
enfocar el término nini se relaciona
con una transición: la primera unión,
el primer matrimonio y el primer
hijo nacido vivo. Con base en estos
conceptos (nini y transiciones a la
adultez) en el análisis se divide en dos
grandes categorías:
“jóvenes” ninis personas de 15
a 29 años que no estudian ni
trabajan y que ocupan la posición
de hijos o nietos del jefe del hogar,
que sean solteros y, en el caso de
las mujeres, que no hayan tenido
algún hijo/a nacido vivo. Es decir,
jóvenes ninis son aquellos que no
han hecho ninguna transición a la
adultez diferente a las relacionadas
con la escuela y el trabajo.
“adultos” nini” - personas que no
estudian ni trabajan y que ocupan
la posición de jefe del hogar, com-
pañera del jefe, yerno, nuera, u otra
posición de parentesco compatible
con su edad que implique que han
asumido un rol familiar adulto;
comprende también a los hijos o
nietos y otros familiares que estén
o hayan estado unidos marital-
mente, que ya no vivan en el hogar
de sus padres y, en el caso de las
mujeres, a las que ya hayan tenido
algún hijo/a nacido vivo. Es decir,
el concepto “adulto” nini se reere
a personas ninis de 15 a 29 años
que ya han hecho alguna o varias
transiciones familiares a la adultez.
Los nini son personas con todo
el potencial para ser productivos
pero que por diferentes razones
como la desmotivación o la falta
de oportunidades se encuentran
desempleados. Por ello, también se
ha identicado que, a menor ingreso
familiar, mayor es la probabilidad
de que un joven pase a estar en
situación nini. También hay otros
factores relevantes como altas tasas
de desempleo juvenil, pertenecer a
una minoría, situaciones de conicto y
benecios monetarios estatales, por lo
que es fundamental el rol de los padres
en cuanto al ejemplo y motivación,
para que sus hijos estudien o trabajen
(Tendencias: generación Nini, jóvenes
que ni estudian ni trabajan, 2018).
Estos jóvenes que no quieren
estudiar ni trabajar, están
desorientados, no saben qué hacer con
sus vidas y su opción sería vivir de los
padres toda la vida: un camino fácil,
cómodo y egoísta. Se caracterizan por
Balarezo López
96
PAIDEIA XXI
su rechazo tanto a estudiar como a
trabajar (Generación ni-ni, 2018b).
El Diario El País de Colombia, en
el año 2014 publica una pequeña
encuesta para reconocer si se tiene
un nini en casa, con las siguientes
preguntas: (La generación Nini: ni lo
uno ni lo otro, 2018b).
1. En los últimos cuatro meses la
mayor ocupación de su hijo es:
a. Averiguar universidades para
inscribirse pronto en una
carrera.
b. Superar los niveles de un
videojuego al que se dedica por
muchas horas.
c. Salir con amigos a divertirse.
2. ¿Cuánto le duró la última depresión
a su hijo?
a. Nunca tiene depresiones.
b. Seis meses de insomnio.
c. Es muy hermético a la hora de
hablar sobre sus sentimientos.
3. ¿De qué tema habla más su hijo?
a. De lo que quiere estudiar.
b. De pocas cosas, como la muerte,
nada le gusta, nada lo mueve.
c. Del sexo opuesto.
4. ¿Cuándo fue la última vez que vio
a su hijo bien vestido y arreglado?
a. Siempre se esmera en lucir bien.
b. No lo recuerdo, hace mucho que
luce descuidado.
c. El n de semana, para salir.
5. ¿Qué plan preere su hijo?
a. Salir a comer y de compras.
b. Quedarse en casa, porque afuera
no hay nada que le interese y en
casa puede ver sus películas.
c. Salir con sus amigos, ellos
tendrán alguna idea para
divertirse juntos.
6. Últimamente ha tenido problemas
con su hijo porque…
a. Estudia mucho.
b. No se ocupa de sus asuntos.
c. Llega muy tarde a casa.
7. En cuanto a su vida social, su hijo
es…
a. Bastante sociable.
b. Tiene poca o nula vida social.
c. Sus amigos son tan o más
importantes que él mismo.
8. La actividad principal de su hijo es:
a. Estudiar.
b. Permanecer en casa y dormir.
c. Salir con sus amigos.
9. Frente al futuro su hijo es:
a. Muy optimista.
b. Pesimista, desencantado, pasivo.
c. Tiene dudas, pero creo que es
normal a su edad.
Mayoría de respuestas A. Su hijo
está muy lejos de ser un nini. Se nota
que está preocupado y ocupado por
su futuro. Es optimista y trabaja para
lograr sus sueños y metas.
Mayoría de respuestas B. Está en
Nini generation
97
PAIDEIA XXI
sus manos ayudarlo a salir de ese
limbo en el que el pesimismo y la baja
autoestima lo convierten en su propio
enemigo.
Mayoría de respuestas C. Su hijo
requiere de orientación, aún no sabe
cuáles son sus prioridades. Cuidado,
está cerca de caer en las profundidades
del ninismo.
Nuevas Alternativas
Algunos creen tener motivos para
hablar del n de la generación nini
debido a las mejores oportunidades
de los jóvenes para conseguir empleo;
sin embargo, no se puede hablar de
una erradicación de esta generación
teniendo en cuenta las condiciones
laborales existentes (UE, 2018).
Los jóvenes siguen encontrando
muchas trabas para acceder al
mundo laboral tras los estudios y sus
condiciones salariales suelen estar muy
por debajo de la cualicación y tareas
que pueden manejar. Además, muchos
jóvenes sin formación se enfrentan a
un mercado laboral marcado por la
temporalidad, los contratos irregulares
y la incertidumbre ante su continuidad
y la posibilidad de consolidarse en una
profesión (UE, 2018).
El catedrático de psicología social
Federico Javaloy, autor del estudio-
encuesta de 2007, Bienestar y
Felicidad de la Juventud Española,
cree que los jóvenes no son apáticos
y desilusionados, aunque lo estén
por contagio ambiental: “Lo que pasa
es que rechazan el menú laboral que
les ofrecemos. El fallo es nuestro, de
nuestra educación y nuestros medios de
comunicación” (Barbería, 2018). Para
el psicólogo David Pulido, la juventud
se caracteriza por el entusiasmo, la
novedad, las emociones y las ganas de
experimentar. Si un joven se muestra
desencantado es producto de la
situación, educación y valores que ha
recibido de su familia (Peralta, 2018).
Frente a ello, Schujman propone
trabajar con los padres cada vez más,
dándoles orientación y herramientas
para que puedan ayudar a los hijos
a salir de ese lugar en el que han
quedado “atrapados”. Se trata,
fundamentalmente, de concientizar
a los padres de que sus hijos no
son jóvenes que lo pasan “fantástico
a expensas de ellos, sino que son
grandotes asustados por la posibilidad
de entrar en el mundo adulto. Estos
jóvenes, no lo pasan bien a pesar de
que disimulen, e insta a los padres
a tomar conciencia del problema,
ya que su tendencia natural es, a
menudo, negar que se trate de una
crisis y lo justican diciendo que
el hijo va a tener tiempo de decidir,
ya que el mundo es difícil y no hay
problema en ayudarle por un tiempo.
Lo primero es tomar conciencia de
que lo saludable para un joven es ir
saliendo, cada vez más, del ámbito
familiar y no quedarse instalado en
él”. En segundo lugar, recomienda
a los padres jar los límites que,
seguramente, no han podido poner
durante la crianza: “Tienen que acotar
el confort y hacerles la vida incómoda
para que tengan necesidad de buscar
algo fuera del ámbito familiar” (Europa
Press, 2018).
Balarezo López
98
PAIDEIA XXI
Ante este panorama, la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU) en el 2018, lanza la Estrategia
de la Juventud 2030 con una meta tan
simple de entender como compleja de
conseguir: que en el año 2030 todos
los jóvenes se encuentren estudiando,
trabajando o formándose de alguna
manera para conseguir un empleo
digno, dado que existen 10 millones de
jóvenes en edad de trabajar cada mes
en el mundo y no se están creando
10 millones de empleos. Generation
Unlimited (Generación sin Límites) o
Gen-U es el nombre que ha tomado esta
estrategia y explica de qué manera la
ONU facilitará medidas a nivel global,
regional y nacional para atender las
necesidades, desarrollar la capacidad
de acción y promover los derechos de
todos los jóvenes. Los jóvenes son una
fuente de innovación y de soluciones
y apoyarles para que desarrollen su
potencial es importante (Hierro, 2018).
Finalmente, se conoce muy poco
acerca del fenómeno nini dado que
no se tienen estudios que permitan
conocer realmente lo que está
pasando con ellos. Además, como es
un fenómeno relativamente nuevo,
las consecuencias a corto, mediano
y largo plazo no son del todo claras
y solo se trabaja con supuestos. La
falta de información sobre las causas
que llevan a los jóvenes a este tipo de
actitud y comportamiento, debe ser el
punto de partida sobre el cual se pueda
plantear estrategias de solución, de
lo contrario, el número de personas
que ingresen en esta denición se irá
incrementando.
El nini está en todas partes, tanto
en países desarrollados como en vías
de desarrollo. La solución no es la
migración, sino que internamente los
países puedan tener las respuestas
para salir adelante porque los jóvenes
que se incorporan al sistema educativo
o al sistema laboral, tienen una alta
probabilidad de buscar las oportunidades
en el pandillaje, la delincuencia, el
sicariato y el narcotráco, lo que tendría
consecuencias mucho más nefastas no
solo para ellos, sino para la sociedad en
su conjunto.
Schujman advierte que “Tenemos
nini para rato en la medida que las
cosas no cambien”. Para ello, se debe
plantear para la juventud metas claras
de política y de acción pública. De ser
dejados a su suerte, se incrementarán
los nini que podrían acabar engrosando
las las de no solo de los desempleados
y de la pobreza, sino también de la
delincuencia (Generación “ni-ni”,
claves para entenderla, 2018; “Muchos
Ninis”, 2018).
No estudiar ni trabajar signica
estar en una situación de riesgo de
pobreza, pero curiosamente signica
también, tener una mayor capacidad
para adaptarse a ofertas de trabajo
precarias e inestables una vez que
aparezcan. Para tomar decisiones
con libertad no es suciente con
proponérselo, también hay que tener
opciones entre las que elegir (Regader,
2018).
Aspectos éticos: Los autores
declaran que se cumplió con toda
las normatividad ética nacional e
internacional.
Nini generation
99
PAIDEIA XXI
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Accepted 31 june, 2019.